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COVID-19: Buñuel y los líderes de la pandemia…

¿Ser ateo por la gracia de Dios?

Publicado: 2020-10-04

Al abordar el tema que trataré hoy, no pudo dejar de venir a mi memoria la ingeniosa e irónica frase acuñada por el cineasta hispano-mejicano Luís Buñuel, que rezaba (caramba que coincidencia) no recuerdo si exactamente con las mismas palabras: “Soy ateo por la gracia de Dios”.

¿Y esto que tiene que ver con el COVID 19? se preguntarán ustedes con justa razón. La respuesta tiene que ver con aquello que constantemente nos sucede: asociamos ideas: una nos lleva a la otra y al final de la cadena termina sucediendo que la última parece no tener nada que ver con la primera, aunque en el fondo pueda que sí. Veamos…

La más reciente noticia: que el presidente norteamericano Donald Trump se contagió con el COVID 19, nos hizo recordar que no ha sido el primer presidente o jefe de gobierno contagiado por el virus. Los hay de varios continentes. Este selecto grupo está conformado, en orden de contagio, por:

• Boris Johnson, el Primer Ministro Británico.

• Jeannine Añes, la Presidenta interina de Bolivia.

• Jair Bolsonaro, el Presidente de Brasil.

• Y ahora Donald Trump, el presidente de Estados Unidos.

¿Qué tienen en común estas autoridades? Que todas ellas, amén de ser conservadoras, autoritarias y adscritas al modelo económico hegemónico, han tenido una actitud displicente y negacionista respecto al virus y a la potencial gravedad de sus efectos.

El hecho entonces que estos líderes hayan contraído la enfermedad, pareciera vinculado a la justicia divina y es allí que aparece en el escenario Buñuel. Como yo no puedo firmar su aserto de ser ateo por la gracia de Dios, creo que ha de haber sido el “Dios de los Ateos” el que ha producido este acto de justicia que, en el mundo todo, se ha dado casi exclusivamente en los casos de las autoridades que han tenido esta actitud y comportamiento respecto de la pandemia. Para no quitarles “méritos propios” hay que reconocer que ellos mismos, en medio de su soberbia, hicieron un importante aporte para conseguir contagiarse.

Hasta aquí lo anecdótico de la historia, pero el problema no acaba solamente con una mala actitud de estos líderes. Lo más importante radica en las consecuencias que dichas actitudes han traído para la salud y la vida de sus respectivas poblaciones, que como veremos a continuación han sido sumamente negativas, lo que nos llevó a resaltar su condición de “líderes de la pandemia”, diferenciándolos de los “lideres de la lucha contra la pandemia”. Tratemos entonces de dimensionar los efectos e impactos generados.

En el cuadro siguiente mostramos los datos de:

• Población.

• % de la población respecto a la del mundo.

• Número de casos COVID positivos.

• % de casos respecto a los del mundo.

• Número de casos por millón de habitantes.

• Número de fallecidos.

• % de fallecidos respecto a los del mundo.

• Número de fallecidos por millón de habitantes.

Todos ellos correspondientes a los 4 países mencionados (Estados Unidos, Brasil, Reino Unido y Bolivia) y, con una finalidad comparativa, agregamos los relativos a Uruguay y Cuba, que desde la otra punta nos muestran resultados mucho más favorables.

                                                                                         Datos WHO, elaboración propia

Veamos en primer lugar la comparación entre el % que representa la población de cada país, respecto a la de todo el mundo, con el % de los contagios de cada país respecto al total global de contagiados en el mundo. Así encontramos que: 

• Estados Unidos y Brasil tienen porcentajes no despreciables de la población mundial (4.4% y 2.8 % respectivamente), pero cuando los comparamos con los de los contagios, estos prácticamente los quintuplican (22 % y 14 % respectivamente). Esto es que Estados Unidos con un veinteavo de la población mundial, tiene casi un cuarto de los contagios del mundo, mientras que Brasil con un treintaicincoavo de la población mundial llega a un séptimo de los contagios.

• En el caso del Reino Unido y Bolivia, teniendo porcentajes de población menores (0.9 % y 0.2 % respectivamente) sus porcentajes de contagio se multiplican por 1.5 y 2.5 (1.40 % y 0.40 % respectivamente), en escala menor que la de los anteriores países.

• Por su parte, en los casos de Uruguay y Cuba, con poblaciones también menores, el resultado es el contrario: el % de contagios de cada uno de esos países es mucho menor que el de su población (un quinto y un séptimo respectivamente). Ello evidencia un diferencial total de 25 veces comparado con Estados Unidos y Brasil.

Consideremos ahora el número de contagios por millón de habitantes. En este caso tenemos que:

• Estados Unidos y Brasil están prácticamente al mismo nivel con casi 23,000 contagiados por millón, esto es 5 veces el promedio mundial de alrededor de 4,600.

• Bolivia le sigue con prácticamente la mitad (casi 11,500) y el Reino Unido con casi 7,000, ambos superiores al promedio mundial en 2.5 veces y 1.5 veces respectivamente, en escala menor que la de los anteriores países.

• Por su parte, en los casos de Uruguay y Cuba, el resultado es el contrario: el número de contagiados por millón de cada uno de esos países es mucho menor (casi 600 y casi 500 respectivamente) lo que equivale a un 13 % y un 10 % del promedio mundial. Ello evidencia un diferencial total de 50 veces comparado con Estados Unidos.

Veamos ahora la comparación entre el % que representa la población de cada país, respecto a la de todo el mundo, con el % de los fallecidos en cada país respecto al total global de fallecidos en el mundo. Así encontramos que:

• En los casos de Estados Unidos y Brasil, al igual que lo que vimos con los contagios, sus porcentajes respecto a la población mundial (4.4% y 2.8 % respectivamente), se ven prácticamente multiplicados por 5 en el caso de los de fallecidos (21 % y 14 % respectivamente). Esto es que Estados Unidos con un veinteavo de la población mundial, tiene casi un cuarto de los fallecimientos del mundo, mientras que Brasil con un treintaicincoavo de la población mundial llega a un séptimo de los contagios.

• En el caso del Reino Unido y Bolivia, teniendo porcentajes de población menores (0.9 % y 0.2 % respectivamente) sus porcentajes de fallecidos se multiplican por casi 5 veces en ambos casos (4.0 % y 0.8 % respectivamente).

• Por su parte, en los casos de Uruguay y Cuba, con poblaciones también menores, el resultado es el contrario: el % de fallecidos de cada uno de esos países es menor que el de su población (la quinta parte y la quinceava parte respectivamente). Ello evidencia un diferencial total de 25 veces y 75 veces respectivamente, comparado con Estados Unidos y Brasil.

Por último, consideremos ahora el número de fallecidos por millón de habitantes. En este caso tenemos que:

• Los cuatro países están prácticamente en el mismo nivel: Brasil con 683, Bolivia con 670, Estados Unidos con 645 y el Reino Unido con 622, fallecidos por millón de habitantes, todos ellos muy por encima del promedio mundial de 136. Esto es entre 4.6 veces más y 5 veces más.

• Por su parte, en los casos de Uruguay y Cuba, el resultado es el contrario: el número de fallecidos por millón de cada uno de esos países es mucho menor (14 y 11 respectivamente) lo que equivale a un 10 % y un 8 % del promedio mundial. Ello evidencia un diferencial total de alrededor de 50 veces comparado con Estados Unidos.

En conclusión, estas cifras evidencian claramente que países como Estados Unidos, Brasil y el Reino Unido han tenido efectos muy desfavorables asociados con la orientación que le dieron sus líderes al manejo de la pandemia, pese a disponer de la infraestructura, recursos humanos, materiales y económicos suficientes para gestionarla adecuadamente y, por tanto, conseguir resultados positivos. Ello ha generado un impacto social muy negativo en la salud y vida de sus poblaciones, demostrando que quienes pagan los costos de esas actitudes y comportamientos no son los líderes sino la gente. Esto contrasta enormemente con los resultados ampliamente favorables de dos países pequeños y mucho más limitados en recursos ¿Qué puede entonces explicar tan grande diferencia?

Volviendo al punto de partida de este artículo ¿Qué hubiera pensado Buñuel de todo esto? Pepe cree que Buñuel diría que las locuras del surrealismo están en el mundo, pero no solo en el arte.


Escrito por

Roberto Wangeman

Economista y músico


Publicado en