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Felix Cabrera Ojo Público

COVID 19 - NO HAY QUE DESCUIDARSE. Vamos avanzado pero nos falta…

…¿Cuánto uno y cuánto lo otro?

Publicado: 2020-09-07

En nuestro anterior artículo: COVID 19 A PONERSE LAS PILAS Las dos olas de contagio y la oportunidad del levantamiento de la Cuarentena (https://robertowangeman.lamula.pe/2020/08/19/covid-19-a-ponerse-las-pilas-las-dos-olas-de-contagio/robertwangeman/) sosteníamos que tras el levantamiento de la cuarentena a inicios de julio, se había elevado una nueva ola de contagios, al haberlo hecho de manera adelantada (por razones más económicas que sanitarias) cuando se tenía todavía un número elevado de contagios y fallecimientos. Con posterioridad a ello, en los últimos 15 días, aparentemente está habiendo un cambio en esta tendencia y creemos que es un buen momento para tratar de dimensionar lo avanzado, lo faltante y tratar de identificar cuáles son las perspectivas. 

Para ello acercaremos la lupa a cuatro etapas y siete indicadores.

Las etapas a observar son:

• La etapa de crecimiento de la primera ola de contagios (hasta inicios de junio en que llegan a su cúspide).

• La etapa previa al levantamiento de la cuarentena (durante junio hasta el fin de este mes) cuando teníamos una tendencia a la baja de los contagios y fallecimientos.

• La etapa en que crece la nueva ola y llega a su más alto nivel en contagios y fallecimientos (tercera semana de agosto).

• La etapa actual en que, con alzas y bajas, hay una tendencia a la estabilización y una tímida reducción de los contagios y fallecimientos (La última semana de agosto y lo que va de setiembre).

Los indicadores a emplear son:

• La tasa de contagio o tasa de positividad, que mide el número de casos positivos en relaciona con el número de pruebas tomadas y su evolución en el tiempo.

• Los promedios móviles (últimos 7 días) de contagios diarios y su evolución en el tiempo.

• La evolución diaria del número de hospitalizados y su relación con el número de estos que entra y que sale.

• La evolución diaria del número de internados en UCI y su relación con el número de estos que entra y que sale.

• La disponibilidad de camas UCI libres.

• La tasa de Letalidad, que mide el número de fallecidos en relaciona con el número de contagiados y su evolución en el tiempo.

• Los promedios móviles (últimos 7 días) de fallecidos diarios y su evolución en el tiempo.

En el cuadro siguiente consignamos los datos de los indicadores en las diferentes etapas consideradas, para su posterior análisis:

De la lectura de los datos del cuadro, se pueden destacar los siguientes elementos relevantes: 

En cuanto a la Tasa diaria de Contagio:

• En la cúspide de la primera ola, la tasa de contagio alcanzó casi el 23 %,

• Que en la segunda etapa (decreciente) baja a menos de 16 %,

• Para en la cúspide de la segunda ola, después del levantamiento de la cuarentena, subir a casi 29 %, por encima del % alcanzado en la primera ola,

• Y en la etapa actual, volver a bajar a menos del 21 %, por debajo del % de la primera etapa.

Esto muestra que el indicador sigue la lógica de las políticas que se van aplicando: con la cuarentena se logra controlar parcialmente el crecimiento de los contagios, que se vuelven a disparar cuando se levanta la cuarentena y vuelven a reducirse cuando se realiza el ajuste en las medidas de control.

En cuanto a los Promedios móviles de Contagios diarios se presenta una tendencia semejante a la del anterior indicador:

• En la 1ª. Etapa se tiene un alto promedio de contagios (7,023),

• Que se reduce a menos de la mitad (3,398) en la segunda etapa,

• Para volver a elevarse en la cresta de la segunda ola (a 8,539),

• Y volver a descender en la cuarta etapa (a 6,324) también por debajo del nivel de la 1ª. Etapa.

Lo que confirma la conclusión planteada para el anterior indicador.

En cuanto a los Hospitalizados y los internados en UCI, se da una característica semejante en el comportamiento de estos dos indicadores, pero que tiene un patrón diferente al de los dos primeros antes mencionados. A saber:

• En las tres primeras etapas, ambos indicadores muestran un progresivo y casi proporcional crecimiento del número de hospitalizados y en UCI.

• Y es solo en la cuarta etapa de ajuste de las medidas, que los hospitalizados bajan de casi 14,200 a casi 11,400 y los en UCI lo hacen de 1,530 a 1,492.

Este resultado se puede considerar favorable y se explicaría por el hecho de que solo en la última etapa estarían (tanto en hospitalización como en UCI) saliendo un número mayor que el de los que entran. Cabe además destacar dos características de estos indicadores: primero, que expresan una cifra que no es acumulativa, como las de los contagiados y fallecidos y segundo, que su resultado depende de la capacidad de atención del sistema sanitario.

En cuanto a la disponibilidad de camas UCI libres, tenemos también un comportamiento particular:

• En la primera etapa, pese a estar en la parte alta de la primera ola, se dispone de un número relativamente grande de camas UCI libres (221), esto quizás porque en números absolutos, los contagiados no eran aun tantos.

• En la segunda etapa, pese a que el crecimiento de contagios es más lento, se reduce el número de camas UCI libres (a 151).

• Y se reduce más (a 129) en la tercera etapa cuando crece la segunda ola.

• Solo en la cuarta etapa se logra recuperar (202) el número de camas libres.

En este caso, el comportamiento del indicador ha respondido a la velocidad con que se conseguía implementar nuevas camas UCI y, naturalmente, al ritmo que se iba moviendo el requerimiento de las mismas, lo que nuevamente se asocia con la capacidad de atención del sistema sanitario.

En cuanto a la evolución de la Tasa de Letalidad tenemos que considerar que ha estado distorsionada por el hecho de haberse, en dos oportunidades, realizado un extemporáneo ajuste en el número de fallecidos reconocidos por causa COVID 19. Así tenemos que:

• Entre la primera y segunda etapa, la tasa pasó de 2.73 % a 3.39 %.

• Pero de la segunda a la tercera etapa, esta se elevó a 4.73 %, incrementándose en más de un punto porcentual, debido al antes mencionado reconocimiento.

• Es recién en la cuarta etapa, de ajuste de las medidas que la tasa de letalidad comienza a descender, llegando a la actual de 4.34 %.

Este descenso sin embargo puede explicarse por dos posibles razones: en primer lugar que el número de contagios crece a una mayor velocidad que el de fallecimientos, lo que produciría, al menos temporalmente, una menor letalidad. Y de otro lado del hecho que el incremento mayor de los contagios, como declaró la Ministra, se deba al direccionamiento de las pruebas hacia los contactos de los contagiados, que llevaría a la identificación de un mayor número de contagios, pero no necesariamente a una mayor tasa de letalidad.

En cuanto a la evolución de los Promedios móviles de Fallecidos diarios, estos tienen también un patrón parecido al de hospitalizados y en UCI:

• En las tres primeras etapas, muestran un progresivo crecimiento, pasando de 150, a 182 y 197 fallecidos en promedio diario respectivamente, sin seguir la oscilante variación en la tendencia de los contagios.

• Y es solo en la cuarta etapa, de ajuste de las medidas, que el promedio de fallecidos baja de 197 a 154, algo por encima del de la primera etapa.

Este es un resultado parcialmente favorable y el comportamiento del indicador podría explicarse por el desfase que hay entre el momento del contagio y el momento del fallecimiento.

En términos más generales, a modo de conclusión se podría plantear que:

• La cuarentena rígida que se tuvo desde el comienzo, permitió evitar un descontrol masivo y global de los contagios, sin el cual se hubiera desbordado totalmente la capacidad de atención del sistema sanitario con consecuencias aún más graves que las acontecidas, que expresan la fragilidad de un sistema sanitario desde todo punto de vista insuficiente.

• El levantamiento adelantado de la cuarentena trajo como consecuencia una segunda ola de contagios más elevada que la primera.

• Los ajustes introducidos a las medidas, han dado un resultado positivo al menos parcial, contradiciendo nuestro temor de que las mismas podían ser insuficientes.

• Sin embargo el problema no está todavía resuelto:

o Tenemos aún, en promedio, más de 6,300 contagios y más de 150 fallecidos diarios.

o Una tasa de mortalidad por habitante que es la segunda en el mundo, después de un pequeño país europeo con una población mil veces menor que la nuestra y una densidad poblacional 30 veces mayor que la peruana.

o Si bien seguimos manteniendo un control relativo del número de hospitalizados y en UCI, incluida una tendencia a la reducción de los mismos, seguimos con una infraestructura y personal sanitario que serían absolutamente insuficientes para responder a una eventual mayor elevación de los contagios.

Frente a esta situación ¿qué tenemos?:

• No hay ninguna garantía de que estemos ad portas del descenso definitivo de la curva y a punto de entrar en el control total de la epidemia.

• La misma Ministra de salud ha declarado que el problema no está resuelto y que cabe entre las posibilidades el que se vuelva a un incremento aún no claramente dimensionado del número de contagios.

• Si bien se han ido tomando medidas complementarias, la puntería del gobierno pareciera estar más orientada a la vacuna como la solución, que evidentemente aún no está a la vuelta de la esquina, por lo que mientras tanto se podría requerir de un cambio más integral en la estrategia. La pregunta clave es ¿Cuándo es el momento oportuno para hacerlo? ¿Hay para ello que esperar que nuevamente se disparen los contagios o en ese momento ya sería tarde?

• Por su parte el Congreso, o mejor, sectores mayoritarios del Congreso, parecen estar principalmente interesados en sacar el mayor provecho político, empujando con no mucha racionalidad, iniciativas que puedan tener acogida popular, a partir de las necesidades generadas por la pandemia, con el agravante de que ellas no necesariamente terminarán beneficiando a la población. La base para la unidad en la diversidad: solamente intereses particulares convergentes, más allá de toda ideología y credo. La corona para ello sería, en “consenso”, nombrar un Tribunal Constitucional ad hoc para declarar constitucional todas las inconstitucionalidades posibles.

• Para terminar no puedo dejar de hacer mención a un hecho deplorable por donde se le mire: me llegó de Chile un video editado con muy mala intención, orientado a desacreditar a la Ministra de Salud con unas declaraciones recortadas, de las que hacía inclemente mofa. Hay que decir también que la Ministra no estuvo particularmente lúcida en la entrevista y me dio la particular impresión de que podía tener un agotamiento severo, que le impidió manejar las cosas con mayor rigor y claridad. Pero ello no puede justificar el que se haga un video de tan mala calaña que, francamente, me llevo a sentir vergüenza como ciudadano cuando amig@s chilen@s me preguntaban si era verdad eso o era un chiste. Cuando me llegó el video, no tenía noticia local de su existencia y hasta ahora no sé a ciencia cierta quién hizo la edición y por qué canales se hizo circular. ¿Alguien lo sabe, o los autores han preferido la clandestinidad?.

Visto todo lo expuesto, no nos queda otra cosa que aceptar el imperativo: NO HAY QUE DESCUIDARSE.


Escrito por

Roberto Wangeman

Economista y músico


Publicado en