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oído a la música

COVID 19 – OÍDO A LA MÚSICA. Lecciones de la armonía musical…

…para el diseño de una estrategia ante la crisis

Publicado: 2020-08-10

En nuestro anterior artículo: COVID 19 – Salud o Economía, ante el repunte de la pandemia ¿Cuál es el enfoque y cuál la estrategia?  https://robertowangeman.lamula.pe/2020/08/07/covid-19-salud-o-economia-ante-el-repunte-de-la-pandemia/robertwangeman/) sostenemos que frente al repunte de los contagios y fallecimientos a partir del levantamiento de la cuarentena y las medidas más restrictivas de control, es indispensable tener un enfoque claro, que a nuestro entender priorice la vida y la salud respecto a los demás componentes de la crisis, y una estrategia adecuada para conseguir los bien definidos objetivos que se propongan. 

Asumimos que esto es más fácil decirlo que hacerlo, teniendo una realidad tan compleja como la peruana, en la que además hay que encontrar un adecuado equilibrio entre: lo sanitario, lo económico y lo social; lo micro y lo macro; lo urbano y lo rural; considerando las particularidades derivadas de nuestra enorme diversidad regional y cultural, con la relevante presencia de los pueblos indígenas andinos y amazónicos; y con la imperiosa necesidad de que se articulen los poderes del Estado y demás actores intervinientes en este proceso, para enfrentar la pandemia con posibilidades de éxito.

Es entonces que mi primo José Herman, al leerlo, me planteó la idea de “armonizar” también la economía y la música, o la ciencia y el arte digo yo, al hacer el análisis del tema. Eso es entonces lo que queremos desarrollar en este artículo, no para proponer recetas mágicas de solución, intentaremos más bien partir de la música, y dentro de ella del concepto de armonía, para por analogía ir sacando algunos principios u orientaciones que puedan ser pertinentes respecto a la prioritaria tarea que hemos señalado. Vamos a ello.

En términos comunes la idea de armonía se asocia a aquello que es grato y agradable, que tiene equilibrio, proporcionalidad y una correspondencia adecuada entre sus partes. A partir de estas simples ideas, nos resuena algo que puede ser pertinente para nuestro análisis y esto es que, los atributos mencionados, no son necesariamente absolutos, y están temporal y culturalmente condicionados. De lo que se deduce que no podemos dejar de considerar, que en medio de nuestra complejidad, lo que es grato y proporcionado para unos, no lo es necesariamente también para otros.

Ya en términos más musicales, la armonía se relaciona con otros dos conceptos que son la consonancia y la disonancia. Lo consonante se asocia al reposo, a lo agradable, lo disonante a la tensión, a la astringencia del limón. Respecto a esto tenemos que deducir que tanto en la música, como en la vida, consonancia y disonancia son necesariamente elementos de una relación dialéctica - contradictoria entre las partes. Una necesita de la otra: la tensión hace más visible y grato el reposo. Tal como el silencio es tanto o más relevante que el sonido, e indispensable para hacerlo destacar. La gravedad de la emergencia exige que, con consonancias y disonancias, los actores claves se articulen en este proceso.

La armonía en música nos remite al sonido simultaneo de dos o más notas distintas, en lo que se denominan acordes, tal como los que suenan cuando se pulsan juntas las cuerdas de una guitarra, con determinada posición de los dedos de la mano izquierda en cada una de ellas. De esto ¿qué podemos recuperar? Una idea a nuestro entender muy relevante que es: que cada elemento (por ejemplo, las 80 notas de una orquesta sinfónica sonando juntas en un acorde glorioso de la Quinta Sinfonía de Beethoven) se concerta con todos lo demás para producir el sonido único de cada uno de los acordes de la obra. ¿Tendrá esto algo que ver con lo que debemos hacer?

La armonía no es un concepto universalmente presente en todas las épocas. Corresponde más específicamente a los estilos académicos de la música europea de los siglos XVIII y XIX, esto es al Clasicismo y al Romanticismo, en los cuales la construcción musical seguía la lógica vertical de una nota sobre otra produciendo acordes. Sin embargo esto no fue siempre así. En etapas previas: las del Renacimiento y el Barroco, la construcción musical seguía una lógica más bien horizontal, en la que cada voz tenía un discurso musical propio que se iba, casi literalmente, tejiendo con el de las otras voces e instrumentos, partiendo de temas comunes a todos, que cada cuál va desarrollando con independencia, pero también concordancia con los demás. Si, si, estamos hablando de música, pero podríamos decir exactamente lo mismo si tratáramos de caracterizar una adecuada estrategia para enfrentar el problema que nos ocupa.

El sistema musical occidental, durante muchos años, se ha basado en la por todos conocida escala formada por: do, re, mi, fa, sol, la, si, llamada escala diatónica, que está conformada por estas 7 notas llamadas naturales. Hay en el sistema otra escala llamada cromática, que la forman las mismas 7 notas naturales, más las 5 notas alteradas o accidentes, correspondientes al do, re, mi, sol y la, cada una de ellas con medio tono más, llamado sostenido. ¿Qué lección sacar de esto? La que seguro ustedes ya han deducido: en un proceso tan importante como este, todos debiéramos ser actores protagónicos, no deben haber actores naturales por un lado y accidentales por el otro.

Por su parte el sistema musical, durante el mismo período, se ha basado en lo tonal, que alude a la tonalidad en que está escrita una música. Ello quiere decir que la obra gira alrededor de ciertas notas y acordes que son más relevantes que los otros. La nota principal (y su correspondiente acorde) en torno a los cuales gira la obra se llama tónica. Con algo de licencia musical, sostenemos que la tónica en este proceso, es decir el factor principal en torno al cual deben girar los demás, es la vida, no la economía.

Victoria Santa Cruz, en una fantástica escenificación de una clase de teoría musical a un grupo de negros, que no sabían nada de ella, pero que podían darle la vuelta a los maestros en la práctica, incluyó una escena en la que el profesor explicaba las figuras musicales, mencionando que una redonda equivalía a dos blancas y que una blanca valía igual que dos negras, lo cual produjo la rebelión de los negros, en protesta por la discriminación. La misma protesta vale en este proceso: tampoco es admisible ningún tipo de discriminación.

Antes de esto, hacia el año 1921, Arnold Schönberg concibió el sistema dodecafónico, como respuesta al sistema tonal que privilegiaba ciertas notas en relación a otras, proponiendo que todas deberían tener la misma importancia. Para ello planteó que, al sonar una nota, solo podía volver a hacerlo, después de haber sonado las otras 11. Recuperamos de este caso, la misma idea planteada en el anterior en torno a la no discriminación.

Por último acudimos a las ideas musicales de armonización, arreglo e instrumentación, que son los procesos por los cuales se definen los acordes que vestirán la melodía, los instrumentos que intervendrán en el arreglo y la parte que le toca a cada uno de ellos en el concierto del grupo. Y claro, que más parecido a esta idea que lo que nos toca definir en la estrategia de acción que tanto requerimos para enfrentar la pandemia.

Al revisar el conjunto de características resultantes que por analogía hemos encontrado, nos preguntamos ¿qué clase de propuesta podría integrarlas? Quizás aquí encontremos la última analogía: dada la diversidad y complejidad de nuestra realidad: bicho raro es el que tenemos que crear.

A modo de síntesis y a sugerencia de Mari Gaby ¿Qué le enseña la música a la pandemia?

• Que en estos procesos, nada puede asumirse con carácter absoluto, porque lo que vale para unos no necesariamente vale para otros.

• La exigencia de la articulación de los actores claves en esta crisis, particularmente de las autoridades, aun en presencia de consonancias y disonancias.

• El valor de la concertación de sonidos de la armonía clásica, igualmente válida para los esfuerzos necesarios en este proceso.

• La recuperación de las voces individuales y su entretejido, proveniente del contrapunto barroco. Que hayan acordes, pero también cánones y fugas en el enfrentamiento de la pandemia.

• El igual valor que deben tener todos los elementos involucrados, tanto en la música como en este proceso, sin lugar a discriminación alguna, siguiendo a Victoria y a Arnold.

• El asumir la vida y la salud como ejes del proceso, tal como lo es la tónica en la música.

• La necesaria organización de actores y asignación de roles, sugerida por la armonización, el arreglo y la instrumentación.

Por si fuera poco, todos estos elementos se encuentran todavía en el campo del “deber ser” y por tanto, aun consiguiéndolos, como diría Rodrigo, tienen que confrontarse con una realidad en la que no prima precisamente la armonía, sino más bien los intereses económicos, políticos y de grupos de poder. Ese tema, necesariamente, amerita otro análisis. Mientras tanto, a las autoridades de todos los poderes y de todos los ámbitos y niveles se les sugiere: OÍDO A LA MÚSICA.


Escrito por

Roberto Wangeman

Economista y músico


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