#ElPerúQueQueremos

Más vidas con el menor daño económico

COVID 19 – Salud o Economía, ante el repunte de la pandemia…

…¿Cuál es el enfoque y cuál la estrategia?

Publicado: 2020-08-07


Una imagen dice más que mil palabras reza el dicho. Veamos entonces que nos dice la siguiente imagen, que contiene la curva de contagios diarios del Perú, desde el inicio de la pandemia en abril, hasta ayer 5 de agosto.

John Hopkins University

Pues nos muestra que la curva al comienzo, con sube y bajas, crece y llega a una cúspide a inicios de junio en que, también con sube y bajas, comienza a descender hasta inicios de julio que pasa a una pequeña meseta, para luego reiniciar, nuevamente con sube y bajas, una más agresiva tendencia creciente, que nos llevó a superar la cúspide del mes anterior.

Ustedes se preguntarán ¿Cuándo se inicia este tan negativo cambio de tendencia? Y ustedes mismos se contestarán: justo después, o incluso un poquito antes, del levantamiento de las restricciones (cuando ya en la práctica eran muy poco respetadas) allí estábamos en la mesetita, pero cuando se formaliza el levantamiento de la cuarentena y sus consecuentes restricciones, es que la mesetita se trasforma en empinado crecimiento que nos lleva a superar los récords previos. No cabe entonces duda del origen del repunte.

¿Hasta dónde nos puede llevar esta tendencia? la verdad que aún no es claro hasta dónde podría ser. Caben dentro de las posibilidades, tanto el que continúe o se acentúe esta tendencia hasta un nivel de descontrol global de los contagios, como el que estos sigan creciendo de manera moderada y se vuelva luego a la tendencia descendente previa.

El problema es que somos un país muy mal dotado de recursos sanitarios. Los que eran enormemente precarios al inicio de la epidemia, se lograron incrementar sustantivamente para poder enfrentar una carrera, que por nariz, se iba peleando día a día entre la demanda de atención y la capacidad del sistema sanitario para satisfacerla. Sin embargo en momentos y lugares concretos está ha sido desbordada. El problema es que luego del esfuerzo realizado, la capacidad de atención encuentra cada vez más dificultades para seguirse incrementando a la escala de la creciente demanda. Esto no solo respecto a los recursos materiales, como son: camas UCI, respiradores, oxígeno, pruebas, materiales de bio-protección, etc. sino también y principalmente, a los que son mucho más difíciles de conseguir en el corto plazo, los recursos humanos, a saber: intensivistas, médicos, enfermeras, técnicos, etc.

Entonces, si estamos cerca del límite de nuestra capacidad de mantener un relativo control en esta estrecha competencia, es claro que no podemos correr el riesgo de permitir que los contagios se desboquen globalmente y, ahí sí, estemos lejos de la posibilidad de responder a una demanda de esa magnitud. Todo esto, en circunstancias en que ya ocupamos el primer lugar de las Américas en mortalidad por habitante y el quinto lugar en el mundo, luego de Bélgica, Reino Unido y dos pequeños países europeos, filtrados en el ranking por su baja población.

De otro lado, en el mundo todo, se ha hecho caricatura la dicotomía entre salud y economía, como los elementos únicos, antagónicos y excluyentes de esta crisis. Los liderazgos de Estados Unidos y Brasil han sido los que han tenido la opción más extrema por priorizar la economía, con los resultados que están a la vista de todos: son los países que encabezan el ranking de los más afectados por la pandemia en el mundo, pese al gran tamaño de su población, su economía y su dotación de recursos.

Tendemos a rechazar tal dicotomía por maniquea y, más aun, descartamos el asumir que sus dos componentes tengan, por necesidad, que ser mutuamente excluyentes. Preferimos además, abordar el tema en positivo y lo formulamos en los siguientes términos, tomando partido por una opción, no de manera neutra:

Frente a la situación planteada, el verdadero reto es salvar la mayor cantidad de vidas con el menor daño en la economía, no salvar la economía con el menor daño en vidas.

Aunque parezca un juego de palabras, esto refleja dos enfoques radicalmente distintos para enfrentar el problema, que se diferencian por la manera en que cada uno de ellos le asigna prioridad a estos dos componentes de la crisis. La opción prioritaria para nosotros es la vida y la dependiente es la economía. A partir de esta opción, lo verdaderamente difícil, pero necesario es:

• Desmenuzar ese enfoque, dándole contenido concreto, esto es agregándole la carne, que consiste en precisar: qué logros se pretende alcanzar y con qué indicadores los podemos identificar y medir.

• Diseñar las estrategias adecuadas para alcanzarlos, detallando las condiciones y acciones concretas necesarias.

• Implementar esas estrategias y acciones, precisando los actores participantes y los roles que estos cumplirán, incluyendo desde luego no solo los del Estado, sino también los de la sociedad, así como las formas de articulación entre ellos.

En este camino, no sabemos cuánto vienen avanzando los organismos del Estado. Es claro que esta no es una tarea fácil en una realidad tan compleja como la peruana, porque hay un equilibrio muy difícil de mantener:

• Entre lo sanitario, lo económico y lo social.

• Entre lo micro y lo macro.

• Entre lo urbano y lo rural.

Todo lo que se complejiza aún más, dada la enorme diversidad cultural y regional que tiene nuestro país.

Es esta sin embargo, por las potenciales consecuencias negativas de la actual crisis, una tarea ineludible. Le toca a los poderes del Estado armonizarse para enfrentarla con posibilidades de éxito, en vez de andar jugando a la baja política, detrás de intereses mezquinos. Lo que nos toca a los común runa es señalarlo, reclamarlo y luego alinearnos en el esfuerzo.

Queremos agradecer a Gina Vargas, Marisol Vega y Rodrigo Montoya, por sus siempre atentos y agudos comentarios a estos textos.


Escrito por

Roberto Wangeman

Economista y músico


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