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COVID 19 - Ritmo de contagio y rebrotes…

…perspectivas luego de la flexibilización de las medidas

Publicado: 2020-06-26

Perú está entre los países que tempranamente tomo medidas de control muy severas contra el COVID 19, en un esfuerzo por evitar un daño mayúsculo en la salud y vida de la población. Pese a ello los resultados han sido duros, tanto en el sentido sanitario como en el económico, por lo que estamos pagando y tendremos que pagar un muy alto costo.  

Es claro que esto no se puede entender adecuadamente si no se consideran las condiciones estructurales de nuestro país, en el que, de un lado, persiste una gran pobreza y desigualdad económico-social, que hace que la mayoría de la población esté en una condición más vulnerable, tanto para la sobrevivencia económica, como para poder enfrentar adecuadamente esta amenaza sanitaria; y del otro, un Estado que históricamente ha tenido un muy bajo gasto e inversión en salud, lo que necesariamente lleva a una gran precariedad para enfrentar las necesidades de la población en este terreno, máxime en una circunstancia tan grave como la generada por esta pandemia.

A partir de ello la pregunta que surge es ¿cómo no nos fue mucho peor partiendo de estas condiciones? La respuesta es que de alguna manera las medidas tomadas, si bien no lograron impedir el daño, si permitieron reducirlo en algo. Mucho se ha dicho respecto a la eficacia de esas medidas y si se debieron tomar o no. Algunos citan incluso el ejemplo de Suecia que siguió una estrategia mucho más abierta, sin casi controles obligatorios, en la perspectiva de lograr la inmunidad de rebaño, basándose en su fortaleza y mayor igualdad económica, en un sistema sanitario muy sólido y contando con una población muy consciente y disciplinada. El resultado, sin embargo, no fue como para seguir el ejemplo: en base a esa estrategia, tuvieron una tasa de letalidad (fallecidos vs. contagiados) de 8.4 %, esto es 2.6 veces superior a la nuestra de 3.2 %, y una mortalidad (fallecidos por cada millón de habitantes) de más de 51, casi el doble que la nuestra, que es del orden de 26. No hace falta hacer mucho esfuerzo para poder imaginar al nivel catastrófico al que podríamos haber llegado en contagios y fallecimientos, si no se hubieran tomado medidas de control.

En medio de nuestra compleja situación, desde hace unos días, la tendencia a nuevos contagios ha ido decreciendo y la de fallecimientos ha ido reduciéndose aunque la tasa de letalidad ha ido aumentando lentamente. Este proceso es todavía inicial. De hecho tenemos aún un promedio de casi 3,400 nuevos contagios diarios y un promedio de alrededor de 190 fallecimientos diarios. No estamos entonces al final del descenso de la curva, en la que ya no hay nuevos contagios y pasan días sin que haya un fallecimiento, como sucedió en algún momento en los países de Asia, como: China, Corea y Taiwán, o de Europa, como: Italia, España y Alemania.

Sin embargo, aún en los países que han llegado a ese estadío, el problema de la pandemia no se ha terminado. Según la Organización Mundial de la Salud, hay incluso el riesgo de que se esté convirtiendo en endémica, esto es que no sea un fenómeno temporal, que cumple su ciclo y desaparece, sino que se haga permanente y no desaparezca, salvo que pase una de dos cosas: o que se haya alcanzado la inmunidad de rebaño, lo que se consigue cuando el 70 de la población mundial ha sido infectada y ha desarrollado anticuerpos, o que se descubra la vacuna y con ella se realice una protección masiva de toda la población.

Para que se descubra la vacuna, se produzca a la escala necesaria, se distribuya y aplique masivamente a nivel mundial, falta todavía un buen tiempo. Y para lograr la inmunidad de rebaño también, toda vez que el contagio está todavía en 0.1 %, muy lejano al 70 % necesario. En cualquier caso, no hay solución nacional al problema: o se resuelve a nivel global o no se resuelve.

De todo ello se colige, que este es un problema con el que todavía hay que seguir batallando y que la guerra no se acaba con la primera batalla ganada. De hecho en los países asiáticos y europeos mencionados han aparecido tendencias a rebrotes o nuevas olas de contagio.

Recordando a Erazo, un fantástico cura vasco profesor nuestro, acudimos a la idea de que una imagen dice más que mil palabras y, para graficar ese riesgo, hemos escogido un cuadro del seguidor de la pandemia del New York Times, en el que además de la información cuantitativa de contagios, fallecimientos y sus respectivos ratios, se muestra por país, una escala de colores que indica el ritmo de variación de los contagios, con el siguiente código: celeste cuando los contagios están decreciendo, crema cuando están planos, y un color cada vez más oscuro, según va siendo mayor el ritmo de crecimiento de los contagios.

En el cuadro se puede apreciar que en la línea de tiempo, los distintos países parten de un ritmo fuerte de crecimiento que se va aclarando hasta llegar al celeste que indica que el mismo pasó a decrecer. Perú ha llegado también a ese estado recientemente, lo cual es estimulante. 

Pero, de igual manera debe notarse, que los países europeos que pasaron por este proceso antes, como Italia, España, Alemania y también Turquia, alcanzaron a bajar la curva pero luego del celeste indicador del decrecimiento, han vuelto a recuperar una tendencia creciente en los contagios.

Volviendo al Perú, con las falencias estructurales mencionadas, y en circunstancias en que recién se inicia el decrecimiento de contagios y fallecimientos, en pocos días pasaremos a una etapa de flexibilización y/o levantamiento de las medidas de control, dando la impresión que ello tiene más que ver con la atención al impacto económico que la pandemia está generando, y con la presión que ciertos sectores están ejerciendo en torno al mismo, que con lo que aconseja la atención al problema desde el punto de vista sanitario y epidemiológico.  Tras de todo esto hay por supuesto todo un trasfondo de intereses políticos que es digno de otro análisis.

La pregunta ahora es entonces ¿que se nos viene ahora que se va a producir ese cambio? y, a la luz de la experiencia internacional ¿qué nuevas medidas se deben tomar? La respuesta a esa pregunta no es fácil, pero lo que sí es indispensable es que, si se van a flexibilizar las medidas, se tenga detrás una estrategia, con mecanismos concretos y eficaces para evitar que el problema, desde el punto de vista sanitario, se descontrole y alcance niveles catastróficos, porque si eso sucede, se tendrá además un impacto económico igualmente enorme. Basta sino, ver dónde y porqué están Estados Unidos y Brasil donde están.


Escrito por

Roberto Wangeman

Economista y músico


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